domingo

CABIRIA - Ramón Méndez





Los ahorcados son un péndulo:

de una mecida a otra

brincan de la vida a la muerte

mientras la inercia sigue meciendo el cuerpo inerte...

T. T.



En la noche

un mal jazz

un mal blues

un rock lento y pesado que tropieza en sí mismo,

no da el tono, no alza:

viento bronco en el pecho y estropajo en la voz.

En la noche un mal jazz

y un mal recuerdo en una memoria mala,

un mal rock y un recuerdo rebelde:

no cuaja, no se deja, no suelta el hilván,

no da y reclama:

niña de sonrisa de sí

que se esfuma en la tarde

meciéndose

meciéndose,

y se esfuma a nuestro pesar

por falta de experiencia,

por falta de práctica, por falta de tino...


Es

apenas

el tiempo que dura una visión...

Repentino relámpago –el amor

–o el tedio que ha de servir para colgarte.

¿Hay que decir, primero, las largas caminatas

en que estuve pensando en tu lujuria?

¿O me instalo de plano en el meollo de la emoción?

¡Basta! Debo tirarme de cabeza a tu sexo

como al sagrado cenote de la muerte. Eso.



En la noche

un mal jazz

un mal blues

un rock más triste que una llovizna en un día de adiós...

Un mal rock y un recuerdo que baila

con la música mala,

un recuerdo que te entra

fina aguja

y se instala

leño feroz, tajo a machete

que te parte y te cuelga

los collares de la desolación...